Cultura
Comunicación regenerativa: entre el tiempo y el presente

La comunicación, ese arte mágico que, en manos de muchos, parece una especie de caja de trucos. Para no ir tan lejos y haciendo reflexión sobre algunas hazañas dentro del vasto y agreste universo de la gestión pública, la comunicación sigue siendo vista como una curiosa excentricidad, un accesorio decorativo que los burócratas de turno usan para realizar su verdadera pasión: la gestión de papeles o, mejor aún, la interminable rendición de cuentas de su labor. Recuerdo una de mis anécdotas más encantadoras con una servidora pública cuya visión sobre la comunicación era tan amplia como el borde de una taza de café. «¡Oh, claro! La comunicación es importante,» me dijo con una sonrisa tan falsa como la promesa de un político en campaña, mientras su atención permanecía en el celular. «¿Podría usted hablar con la oficina de prensa? Ellos se encargan de esas cosas.» ¡Y sí! Es así tal cómo lo lees… me remitieron a la bendita oficina de prensa, ese glorioso reino donde los “comunicadores” solo se dedican a postear, con la esperanza de por fin hacer algo realmente viral, con contenido insulso, insípido y hasta narcisista. Un mero instrumento para la propaganda dedicado al titán de turno.
Marginada de los programas territoriales, culturales, educativos y tecnológicos la mayor parte de las veces, y cuando no ha sido el caso, se ha convertido en un soporte de representación institucional. Y aunque hoy tengamos otro presente de la comunicación, en muy pocos casos esta ha sido reconocida como un instrumento de mediación o un elemento facilitador en el proceso de participación ciudadana. En lugar de ser la comunicación una garantía para un desarrollo humano sostenible y cultural, como profesionales de la comunicación estamos fallando en hacer de ella, una verdadera garante para la regeneración política, área que reclaman una ciudadanía más consciente y activa en su realidad, en dónde el desarrollo no sea aquello que depreda almas y las deje perdidas de su esencia más pura para satisfacer un sistema que agoniza y que hoy pone en riesgo la vida.
El concepto de desarrollo para los “no entendidos”
Hoy celebramos más de 50 años de desarrollo, una hazaña impresionante que, sin duda, ha sido todo un ejemplo de benevolencia colonial. Un desarrollo que ha demostrado ser experto en ignorar las particularidades de cada territorio, especialmente su contexto histórico, como si fuera realmente urgente y necesario borrar su memoria de la faz del planeta. Es fascinante cómo un concepto tan brillante, que proviene del norte y de las élites ilustradas, se ha dedicado a descalificar lo propio y a ignorar el saber ancestral, mientras atropella derechos como si fueran simples formalidades. ¿Qué podría ser más eficiente que construir carreteras sin terminar y ofrecer talleres para el uso de internet en lugares donde la conectividad es una fantasía inalcanzable? Sin duda, un enfoque de desarrollo tan depredador e indiferente como el que hemos visto es el epítome de la sofisticación moderna. ¡Qué brillantez en la planificación! El más puro realismo mágico de la sociedad criolla colombiana.
Pero, por supuesto… ahora estamos todos encantados con la retórica del gran cambio en el país. En una era donde se alzan voces proclamando que un cambio en las estructuras es más urgente que nunca, gracias a la presión social de todos los sectores, finalmente se reconoce que hemos cometido algunos errores. ¡Bravo! La comunicación ha dado un giro monumental… aunque, lamentablemente, solo en el discurso. La historia, como era de esperar, sigue siendo una narrativa vertical, completamente ajena a la raíz, a los pueblos y a las comunidades. Es como si estuviéramos encadenados a una serie interminable de proyectos impuestos por expertos que, por supuesto, nunca se molestaron en entender o colaborar verdaderamente con los “afortunados” receptores de su benevolencia.
Y aquí está el truco: mientras nos regodeamos en las promesas de cambio y modernización, olvidamos que la comunicación no solo debería ser un adorno, sino un motor real para la regeneración social, cultural y ambiental. ¡Sí, lo leíste bien! El potencial de la comunicación es ilimitado, y debe trabajar de forma holística. Es ella, quien tiene el poder de ser el puente entre la conservación de la biodiversidad y el bienestar local; pero, claro, eso requiere algo más que slogans y presentaciones en PowerPoint.
Imaginemos por un momento que en lugar de imponer proyectos, la comunicación realmente se dedicara a escuchar y co-crear con las comunidades locales. ¿Qué tal si, en lugar de enviar expertos que apenas saben dónde queda el territorio, se establecieran diálogos genuinos que conectaran las políticas públicas con el conocimiento ancestral y las necesidades reales de las comunidades?
Imaginen que la comunicación no solo sirviera para hacer “posicionamiento” en los medios, sino para construir un verdadero propósito compartido que integre la conservación de la biodiversidad con el desarrollo local sostenible. Si las comunidades fueran las arquitectas de su propio destino, involucrándose activamente en la gestión de su entorno y la protección de su biodiversidad, podríamos mitigar el caos actual y fomentar un desarrollo que realmente respete y valore tanto el ecosistema como las culturas locales. En lugar de perpetuar el ciclo de proyectos fallidos y soluciones externas, podríamos construir un modelo que realmente funcione, desde la base hasta el tope.
Entre lo humano, el poder y lo natural
Un cambio de paradigma que desde mi punto de vista debe ser estudiado. Tipos de comunicación como la participativa, alternativa, comunitaria, popular y las otras comunicaciones que responden a necesidades urgentes del mundo global, siguen careciendo de propuestas que permitan regenerar las relaciones sociales con el cuidado del territorio y de las personas. En lugar de ser una mera herramienta al servicio de la propaganda, la comunicación regenerativa nos propone transformar en un espacio dinámico para la participación activa, la retroalimentación constructiva y la co-creación genuina.
Este enfoque regenerativo va más allá de la simple transmisión de mensajes, de la movilización social. Va más allá de lo participativo, sino que conecta con el territorio desde una visión holística que conjugan lo social, lo económico, lo natural y las relaciones de poder sin afectar a las generaciones futuras; se convierte en escenario de mediación accionaria que facilita la construcción de un propósito compartido desde la experiencia. Al permitir que todas las voces sean escuchadas y valoradas, la comunicación se convierte en una fuerza impulsora para el desarrollo. Nos permite tejer conexiones significativas entre las comunidades y sus territorios, fomentando una integración auténtica entre el conocimiento local y las políticas públicas.
La comunicación regenerativa no solo promueve la participación inclusiva, sino que desafía las estructuras tradicionales, abriendo un espacio para el diálogo auténtico y la colaboración efectiva. Es una herramienta que de representación pero también de transformación, asegurando que el desarrollo no sea una imposición externa, sino un proceso que emerge de la interacción y el entendimiento mutuo.
Al hacerlo, no solo regeneraremos el tejido social, cultural y ambiental, sino que también fortalecemos la resiliencia y la sostenibilidad de los territorios, asegurando que cada paso hacia el futuro esté guiado por el respeto y la colaboración genuina.
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La COP 16 y la Economía para la Biodiversidad en Colombia

La Conferencia de las Partes (COP) es un evento crucial en la lucha global contra el cambio climático. En su edición número 16, que se lleva a cabo en Colombia, se abordan temas vitales relacionados con la biodiversidad y su intersección con la economía. Este evento representa una oportunidad única para que Colombia muestre sus esfuerzos en la conservación de la biodiversidad y el desarrollo sostenible. Mediante el plan de trabajo del Ministerio de Ambiente busca: Integrar la biodiversidad en la toma de decisiones a todos los niveles. Las empresas evalúan, divulgan y reducen los riesgos e impactos negativos relacionados con la biodiversidad, opciones de consumo sostenibles para reducir el desperdicio y el consumo excesivo, reforzar la seguridad de la biotecnología y distribuir los beneficios de la biotecnología, reducir los incentivos perjudiciales en al menos 500.000 millones de dólares (USD) anuales y aumentar los incentivos positivos para la biodiversidad, movilizar 200.000 millones de dólares (USD) anuales para la biodiversidad de todas las fuentes, incluidos 30.000 millones de financiación internacional., fortalecer la creación de capacidad, la transferencia de tecnología y la cooperación científica y técnica para la biodiversidad, garantizar la disponibilidad y accesibilidad de los conocimientos para orientar las acciones en materia de biodiversidad.
La Biodiversidad en Colombia
Colombia es uno de los países más biodiversos del mundo, albergando aproximadamente el 10% de las especies conocidas. Esta riqueza natural no solo es un patrimonio invaluable, sino que también representa un potencial económico significativo. La biodiversidad proporciona servicios ecosistémicos esenciales, como la polinización, la regulación del clima y el suministro de recursos naturales.
Economía para la Biodiversidad
La economía para la biodiversidad se refiere a la integración de la conservación de la naturaleza en las actividades económicas. En Colombia, esto se traduce en iniciativas que buscan promover un desarrollo sostenible, donde las comunidades
locales juegan un papel fundamental. Proyectos como el ecoturismo, la agricultura sostenible y la producción de bienes y servicios ambientales son ejemplos de cómo la economía puede alinearse con la conservación.
Retos y Oportunidades
A pesar de los avances, Colombia enfrenta desafíos significativos. La deforestación, la minería ilegal y la expansión agrícola amenazan la biodiversidad. Sin embargo, la COP 16 ofrece una plataforma para que Colombia promueva políticas y prácticas que prioricen la conservación. La colaboración entre el gobierno, el sector privado y las comunidades locales es esencial para crear un marco económico que respalde la biodiversidad.
La COP 16 representa una oportunidad dorada para que Colombia lidere el camino hacia una economía que valore y proteja su biodiversidad. Al integrar la conservación en las políticas económicas, el país no solo protegerá su riqueza natural, sino que también fomentará un desarrollo sostenible que beneficie a las generaciones futuras. La comunidad internacional estará observando, y Colombia tiene la oportunidad de convertirse en un modelo a seguir en la economía para la biodiversidad.
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