Entre hilos que cuentan una historia y un producto innovador así se mueve Ati Dumizay, como es conocida en la lengua Iku, registrada como Yasmin Ortíz, una mujer perteneciente a la etnia arhuaca, nacida en Pueblo Bello, Cesar. Esta madre, emprendedora y estudiante de Comunicación Social, ha sido desde muy joven un referente para el desarrollo de su comunidad.
El desarrollo de las comunidades se promueve a través de diferentes factores y acciones que abordan procesos sociales, culturales y ambientales, lo que implica trabajar conjuntamente para mejorar la calidad de vida, garantizando bienestar en todos los aspectos. Para garantizar su bienestar, por años las comunidades indígenas han encontrado en su legado ancestral y su linaje de sabiduría formas y modos de vida que se mantienen, sin cerrarle las puertas a los cambios de la sociedad actual, aprovechando los contextos y escenarios para visibilizar su conocimiento, su cultura e importancia en la construcción de sociedad. En consecuencia, el arte de tejer ha ganado importancia a través de los años, como un icono de reconocimiento e intercambio intercultural, gracias a líderes como la protagonista de este artículo.
Yasmín, también conocida como «Ati Dumizay», relata cómo el arte de tejer tiene un profundo significado ancestral y es uno de los oficios que se aprenden desde la infancia. «A la edad de tres años nos entregan una aguja en lugar de una muñeca», menciona con gran orgullo. Desde ese momento, se inicia la construcción de narrativas a través de canciones transmitidas por las sabedoras, madres y abuelas mientras se aprende el arte de tejer. Se les enseña que a partir de ese momento, esa aguja se convertirá en la herramienta que tejerá su camino.
Y es que el arte de tejer en las comunidades indígenas no solo representa una habilidad transmitida de generación en generación, sino que también desempeña un papel crucial en el desarrollo comunitario. A través del tejido, se fortalecen los lazos culturales y sociales dentro de la comunidad, se preservan las tradiciones, se fomenta un sentido de identidad y pertenencia. Esta práctica plasma la cosmovisión de una comunidad, al ser una forma de comunicarse con la vida, la naturaleza y el mundo, ya que cada elemento que se teje cuenta una historia.
La tejeduría no solo implica la creación de hermosas piezas textiles, con una carga simbólica que promueve su identidad cultural, sino que también es un proceso que fomenta la colaboración y el trabajo en equipo. En muchas comunidades indígenas, el tejido se realiza de manera colectiva y estos son espacios de interacción donde se comparten conocimientos, técnicas y experiencias.
Por otro lado, tiene un impacto económico en estas comunidades, ya que las piezas tejidas se convierten en una fuente de ingresos para las familias, contribuyendo así a la economía local, al emprendimiento y la autonomía financiera de las mujeres y sus familias.