Cultura: Tradición de generaciones enteras
La forma convencional de transmitir la tradición cultural a través del tiempo, suele basarse en la crianza y adaptación de estas costumbres de forma innata al individuo, pero específicamente en este departamento, nace en el ambiente de amor y unión que se vive incluso en las cabeceras municipales, que, aunque alejadas del campo, han preservado la cultura del campesinado boyacense como propia, comunicándola a través de los símbolos y valores que nos otorga la interculturalidad y toda aquella expresión que la deja plasmada, como lo son los sonidos de la música carranguera, que se viven y se sienten a flor de piel, y que han sido uno de los responsables y mayores referentes que dan a conocer esas características naturales de nuestra tradición cultural. Y es que basta con escuchar letras como ‘la cucharita’ de Jorge Velosa, uno de los más grandes exponentes de la música boyacense, o ‘Vuelta a Boyacá’ por el Grupo Colombia de Tunja, para avivar aspectos emblemáticos de lugares que trascienden el territorio.
A esto, podemos agregar también las danzas típicas que rescatan una parte significativa, a través de la guabina, el bambuco o la misma carranga, u otras expresiones artísticas tales como la poesía, la copla y la misma artesanía que vive en la región, y como no, el disfrute de la gastronomía con platos típicos y emblemáticos como el cocido boyacense, los indios sotaquireños, la mazamorra dulce, la mazorca asada y la chicha. En esta corta descripción podemos definir la comunicación propia e intercultural que ha ejercido el territorio con el fin de salvaguardar sus tradiciones, y es que esto último es lo que se encarga de avivar los aspectos propios que nos hacen auténticos ante el resto de los colombianos, generando consecutivamente un impacto social que destaca la belleza e importancia por unirnos en la cultura, por ser capaces de vivir aquellas tradiciones que llevamos en nuestro ADN, y sobre todo, por salvaguardar aquello que se ha perdido entre el ruido y la industrialización de la ciudad, dejando en el olvido poblaciones que nos forjaron desde la esencia de lo común y el sentir por nuestra tierra.
Desde esta perspectiva, el llamado es a repensar y salvaguardar aquello que nos hace únicos, rescatar la comunicación propia que nos destaca frente a la transmisión de los saberes ancestrales y exaltar con orgullo la tradición campesina que forjo los paisajes, las fuentes de economía que hoy conocemos y los aspectos culturales que fueron trasladados por las generaciones más antiguas, que se encargaron de nuestra existencia.